Advertencia: Puede ser que vomites arcoíris tras leer esto…
Los recuerdos se quedan guardados en nuestra mente y en nuestro corazón, y son sin duda uno de nuestros mayores tesoros. Sin embargo, es necesario llamarlos y despertarlos de vez en cuando para que no desaparezcan. A veces una palabra, otras una sensación o una persona… y a veces un simple objeto nos trae a la mente ese momento o ese sentir que guardábamos muy adentro.
Nos gusta pensar que ese objeto pueda ser una maceta, ¿y por qué no? Que mejor que un objeto pensado para albergar vida. Una simple maceta puede traer a la mente todos esos recuerdos, sentimientos, eso que nos mueve, que nos conecta con nuestro yo interior. Eso tan valioso que guardamos tiene como enemigo claro a la rutina, el día a día, que no nos permite parar y recordar eso que nos ilusiona y nos hace humanos, nos hace felices.
Es todo esto lo que hace que trabajemos con el corazón en la mano, porque sabemos que cuando una persona nos hace un encargo, no nos está pidiendo una maceta, sino que tenemos la gran responsabilidad de cuidar un recuerdo, una ilusión y un sentimiento tremendamente valiosos. Una sencilla maceta que verá a diario, que será parte de su casa, que hará de ella un hogar y que le dará un motivo para sonreír, para recordar con cariño.
Esta es la razón por la que pintamos macetas y ponemos el alma y todo nuestro amor para hacer cada una de ellas.